La Obra de José María Ponsoda para Almoradí

El trabajo de este escultor para Almoradí no es solo una aportación artística, si también una aportación de recuperación y restauración del patrimonio cultural religioso que poseía nuestra ciudad. Esta aportación fue comprendida en un tiempo muy reducido entre 1939 y 1948, fecha esta del último encargo. Durante este periodo de tan solo nueve años realizó sus veinte creaciones para Almoradí, repartidas entre la Parroquia, Cofradías, particulares e Instituciones. Por esta gran aportación a la imaginería de nuestro pueblo y al Arte en general, el Ayuntamiento de Almoradí en sesión plenaria de Mayo de 1996 le concedió su nombre a una calle de la Villa.
El contacto de José María Ponsoda con Almoradí se lo debemos a su principal mecenas: el coadjutor D. Francisco Bernicola Ruiz, que lo fuera de esta parroquia desde 1919 hasta su fallecimiento en 1948. Él fue el que verdaderamente encargó todas las imágenes, a dicho escultor, siempre con la aportación económica y sufragando los gastos por distintas familias y cofradías. Es de suponer que el trabajo realizado para Almoradí fue por la fama que adquirió Ponsoda tras la restauración en Valencia de Ntra. Sra. de los Desamparados.


El primer encargo que desde Almoradí recibió el escultor fue una Piedad por parte de la familia González. Pero al parecer, debido al colapso del taller de Ponsoda y la economía, fue encargada por Ponsoda a un taller de Olot para posteriormente ser decorada por él.
Sería en 1939 cuando se encargó la venerada imagen del Santísimo Cristo de las Campanas. Para que la nueva imagen recordara a la que venía a sustituir, se aportó una fotografía del antiguo, aunque al final, tanto en medidas como en modelo, el escultor siguió el creado para la iglesia de San Andrés de Teruel destruido en 1936.
Al año siguiente y un 26 de noviembre, le fue encargada la realización de un Cristo Crucificado para la capilla del antiguo cementerio. Su coste ascendió a diez mil pesetas, gasto sufragado por D. José Canales. El modelo a seguir fue el realizado por Ponsoda para la Coveta de Ntra. Sra. de los Desamparados de Valencia. En este mismo año se le encargaron las tallas de S. Abdón y S. Senén y la imagen de S. Andrés, aportándole la cabeza de la anterior imagen, que se pudo salvar de la destrucción.
El 31 de enero de 1941, Francisco Bernicola encarga la imagen de la Virgen del Pilar, cuyo gasto, que ascendió a tres mil pesetas, fue costeado por los ex-cautivos de la Guerra Civil. En este mismo año es encargado el Cristo Yacente de la Parroquia por el importe de tres mil ciento treinta y cinco pesetas.
En 1942 se realizaron varios encargos. El primero y bajo el patrocinio de la recién reconstituida Hermandad del Santo Sepulcro, fue la petición de la imagen del Cristo y del Trono, aportando una fotografía del antiguo. Su importe fue de dieciocho mil pesetas. En este mismo año por parte de la Archicofradía de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro, se solicitó el “Angel, Marco y un pequeño trono de Ntra. Sra.”. Su coste final fue de siete mil pesetas. D. Francisco Bernicola volvió a realizar un encargo sufragado en este caso por Dª. Josefa Fuster: la imagen de un S. José, modelo del que hizo para la Capilla de Ntra. Sra. de los Desamparados, por importe de cuatro mil pesetas. Otra petición fue la talla de un S. Francisco Javier sufragado por los Marqueses de Río Florido, con un coste de cuatro mil quinientas pesetas. El último pedido solicitado en 1942, la imagen de un San Emigdio de vestir y cuyo valor vino a ser de dos mil trescientas veinticinco pesetas, fue costeado por Dª. Josefa Lucas.
Sería en 1943 cuando hubo un intento de encargar el paso de la Oración en el Huerto, modelo de la de Salzillo, pero al final la talla no se materializó. Pero si se concretó la de una imagen de San Juan, solicitada por un grupo de personas, encabezadas por D. Francisco Bernicola, que deseaban reorganizar la Hermandad. Su talla fue una copia del modelo de la antigua imagen y fue posible gracias a una fotografía que se conservaba de la misma.
En 1944 habrá dos nuevos encargos. Por un lado, y para embellecer el Altar Mayor, la imagen de Sta. Teresa, sufragada por la Archicofradía de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro. Por otro lado, y para recomponer la Hermandad de Ntro. Sr. de la Caída, se encargó el paso de Jesús de la Caída, compuesto en principio por el Cristo y dos Sayones y, posteriormente se le añadió el Cirineo, copiando el modelo, a petición de la comisión, del creado por Salzillo para la Cofradía de Jesús de Murcia.
Fue en 1945 cuando varias familias, propietarias de la destruida imagen del Miserere, encargaron la nueva imagen del Cristo Crucificado sin la Cruz. Dicha cruz la realizaría en Almoradí el carpintero D. Jesús Mellado.
Al año siguiente, y para dar culto al Santísimo, sería Dª. María Martínez Domínguez, Vda. de Torres, la que encargó el Tabernáculo con Sagrario para el Altar Mayor, contribuyendo de ese modo a la restauración del templo.

1947 es el año en el que D. Francisco Bernicola realizaría su último encargo. Se desplazó a Valencia con el nuevo Vicario D. Jesús de Corcuera y el carpintero D. Jesús Mellado Andréu para encargar el Grupo del Prendimiento, compuesto por cinco imágenes talladas en madera y decoradas. Su precio ascendió a veinticinco mil pesetas (para dicho encargo se aportó una fotografía del paso del Prendimiento de Orihuela que un año antes realizara D. Federico Coullat-Valera, para que Ponsoda se inspirara en él). Al mismo tiempo el nuevo Vicario, y para su uso particular, le encargaría un Cristo de 30 centímetros, copia del de Velázquez, en madera de cedro sin decorar.
También sería en este año y por parte de D. Francisco cuando se encargará el majestuoso trono que actualmente luce la Patrona de Almoradí y que se estreno en Octubre de dicho año.
El último encargo que se hizo desde Almoradí al escultor valenciano fue por parte del Ayuntamiento y siendo alcalde D. Pedro Martínez. Fue la imagen de un pequeño crucifijo de 50 centímetros en madera policromada, para presidir el Salón de Plenos.
Corría 1954, cuando hubo otro intento de encargar una imagen de S. Ernesto por parte de D. José Mínguez Conesa, pero finalmente este encargo no llegó a materializarse.
Para terminar, deseamos que esta exposición cale hondo en la cultura de Almoradí. Ansiamos que todo aquel que visite la misma consiga sumergirse, a través de las imágenes, a través de los modelos y de las piezas originales propiedad de la familia, en el verdadero arte que se esconde y a la par emana de cada una de las piezas que va a observar y que el gran escultor valenciano llamado José María Ponsoda Bravo, supo reflejar como nadie en sus obras.